Lucuma

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He disfrutado el arte toda la vida. De niña, podías darme una caja de colores, hojas en blanco (dejarme la tele prendida para no sentirme abrumada por el silencio), y podía trabajar por horas sin molestar, sólo dibujando, borrando y coloreando… felicidad total.

Un recuerdo que tengo muy fresco en la mente, cuando estaba en el jardín de niños, fue que nuestra profesora nos pidió dibujar un niño en un papelógrafo, ese día descubrí lo que por muchos años sentí que era un problema, y que ya de grande logré aceptar y abrazar como parte de mí: el perfeccionismo. Suena a cliché, y es el “defecto” que sueltan muchas personas en medio de una entrevista laboral para intentar convencer al de Recursos Humanos de que son las personas correctas para el trabajo porque nunca harán mal sus tareas; en teoría suena muy bien, pero cuando tienes 5-6 años y la profesora te empieza a mirar mal porque (con lágrimas en los ojos) le pides que te dé el papelógrafo N°8, ya que hiciste mal una línea y el marcador no se puede borrar, pues… te das cuenta de que llevas en los hombros un peso que no todos van a poder ver. Años después, en el colegio, mi lienzo eran las últimas hojas de los cuadernos (luego los espacios en blanco que quedaban al finalizar los temas “importantes”), y por supuesto, las carpetas. En realidad tuve mucha suerte de que a la mayoría de los profesores no les molestara, sobretodo cuando nunca hice las carátulas al iniciar un bimestre, los dibujos eran aleatorios, podían encontrarse en cualquier lado (nunca sabes cuándo va a golpear la inspiración), y por supuesto, vivía enamorada de los animes porque siempre me parecieron hermosos y estéticos, así que me inspiraba en ellos para jugar con los lápices. Estoy segura de que tampoco tengo que comentar a quién le pedían ayuda los compañeros del salón cuando querían mandarle una carta bonita a sus enamorad@s, pero no puedo quejarme, yo lo disfrutaba también. En esos años hice muchísimos dibujos… no tengo ninguno; a todos les faltaba “algo” o “podían ser mejores”, a veces ni siquiera los terminaba, así que nunca tuve ningún problema en regalarlos a quienes me los pedían o peor aún, botarlos. Finalmente, un par de años antes de terminar el colegio, empecé a pensar en el futuro, sólo sabía que me gustaban los animales, la naturaleza y dibujar, así que por supuesto, en el colegio no tuvieron mejor idea que ofrecerme las opciones de “biología, veterinaria o diseño gráfico”. Creo que para ser veterinario o biólogo hay que tener, lo que yo llamo “mente de científico”,y yo suelo ser muy dispersa, a veces me estás hablando y en algún punto mencionas algo que hace que mi mente vuele automáticamente a otro lado, y dejé de escucharte… no creo que me quieras dar un tubo de ensayo con un compuesto peligroso o peor aún, decirme que agarre habilidosamente una serpiente venenosa (porque por supuesto, me gustan los perros y gatos, pero me fascinan los animales silvestres). No mentiré, tuve la ilusión de ser veterinaria en algún momento, y recuerdo que mi mamá me apoyó con esa idea, pero también hay que saber aceptar cuando tus neuronas son más capaces de agarrar un pincel que un bisturí, y vivo tranquila

con eso, porque la vida más adelante me demostró que puedo llevar a los animales en la punta de los dedos y la naturaleza tatuada en la piel (lo siento papá, sé que no te gusta).

El tiempo pasa, la vida de adulto te dice que tienes que ser práctico, conseguir dinero, que puedes hacer las actividades que amas y que te llenan los pulmones de aire fresco en tu tiempo libre, y que vale más la pena respirar la contaminaciónnde la ciudad en el bus de camino a la oficina, porque la sociedad así lo dicta.

Y nos convertimos en el sapo en la olla… ese que no se da cuenta de que el aguan se está calentando… y el agua hirvió, y me olvidé de lo mucho que amaba dibujar.

Y en realidad pasó mucho más para que me animara a abrazar el arte de nuevo, y cuando estás sentado con los dedos en las teclas, no te das cuenta de todo lo que ha pasado hasta que empiezas a escribir; miro hacia atrás y se me estruja un poco el corazón, no porque sea necesariamente triste, sino porque hay muchas emociones, como cuando te metes al mar y de la nada sale una ola, te cubre, te revuelca, te asustas y finalmente sales del agua y quieres llorar y reír al mismo tiempo. Sé que todas las personas que pasaron por mi vida en el trayecto a reencontrarme con el arte cumplieron un papel, y probablemente debería cerrar esta introducción dedicándole este trabajo a alguien importante, si tuviera que escoger a sólo una persona, escogería a mi mamá… no solamente porque hace casi 4 años que pienso en ella todos los días, sino porque recuerdo que solía decirme que no deje mis dibujos a la mitad porque el proceso es lo más difícil (mamá, quiero que sepas que casi siempre los termino, aunque me demore y lo sufra un poco, porque se sufre pero se goza); pero honestamente, no me parece justo sólo mencionarla a ella, creo podemos considerar que tenemos suerte cuando nos cruzamos con UNA SOLA persona buena, y la vida me ha regalado a muchas: quiero agradecerle a mis hermanas de sangre, son las mejores y no las cambiaría por nada, siempre me apoyaron y quiero que sepan que en mi próxima vida, deseo que sean mis hermanas otra vez, mejor aún si también vienen de la mano de quienes en esta vida las hacen felices; a mi papá, porque de no ser por él , probablemente no me esforzaría en hacer mis dibujos cada vez más exactos y mejores…a veces cuesta vivir bajo la sombra de otro artista, pero las opiniones que vienen de la mano con la experiencia son invaluables; también quiero mencionar a los hermanos que me dio la vida (sí, incluso al más ausente) fueron mi soporte desde que empecé… por favor, sigan siendo mi soporte siempre, yo estaré feliz de hacer lo mismo por ustedes; a esa persona hambrienta por la vida que me dió el empujón de regreso a mis pasiones, ojalá que todo lo que nos hace ser tan diferentes el uno del otro, nos enseñe a ser cada vez mejores seres humanos, y gracias por traer a mi vida tantos amigos buenos, prometo apreciarlos siempre; gracias mi familia, a todos mis amigos, a los “likes” y a los “sigue así”, palabras que parecen vacías cuando vienen de cualquier persona, pero cuando salen de ellos, tienen todo el peso del mundo para mí, por favor sigan siendo parte de mi vida siempre,

aprecio cada segundo, cada aliento, cada mirada y cada sonrisa, aunque a veces mi cara no lo delate. Finalmente, gracias a la vida, porque a la hora en la que decidió entregar habilidades (siempre sentí la palabra “talento” muy fuerte), me diste el arte para que fuera de la mano con mi sensibilidad emocional y mi cuello tenso o contracturado de tanto mirar abajo (Gracias por la papada, por cierto), para que cada vez que decides que es hora de revolcarme, salgo con una idea nueva para pintar, pero no te vayas a tomar ese comentario muy a pecho, puedo sacar inspiración de experiencias bonitas, así que sigue mandándome de esas también por favor, para que sigamos teniendo esa relación de amor-odio en la que un día te puedo llamar “perra” en un momento, y al otro decirte “te quiero, no me abandones”.

BelénLópez-LavalleRíos @lucuma.pie belenllr@gmail.com

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